ANTECEDENTES Y JUSTIFICACIÓN
- El hambre y la malnutrición en todas sus formas —desnutrición, en particular emaciación y retraso del crecimiento, carencias de micronutrientes, sobrepeso y obesidad— constituyen importantes retos que enfrentan los países y pueden ser resultado de la inseguridad alimentaria¹ y de dietas poco saludables, junto con muchos otros factores y causas. Todos los países del mundo se ven afectados por al menos una de las formas de malnutrición, y la mayoría por varias de ellas. El número de personas que padecen hambre se ha incrementado en los últimos años y la obesidad está en aumento en casi todos los países². Las repercusiones de la malnutrición tienen profundas consecuencias en la salud y el bienestar de las personas, en su desarrollo físico y cognitivo y en sus medios de subsistencia, durante todo el ciclo vital y de una generación a otra.
- El hambre y la malnutrición en todas sus formas representan serios desafíos para la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional y para el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
- Las graves repercusiones sociales, económicas y para la salud del hambre y la malnutrición en todas sus formas se transmiten de una generación a otra. Las mujeres subalimentadas tienen más probabilidades de dar a luz niños con bajo peso al nacer, que corren un mayor riesgo de padecer malnutrición durante la infancia —y hasta la edad adulta— y de acusar sobrepeso u obesidad cuando sean adultos. La obesidad materna plantea riesgos a corto y largo plazo para la salud y el bienestar de la madre y el niño, por ejemplo, problemas cognitivos y un mayor riesgo de sufrir trastornos en el desarrollo neurológico en los primeros años de vida, así como una mayor propensión a padecer sobrepeso en la edad preescolar y escolar y obesidad y enfermedades no transmisibles (ENT) en la edad adulta. La malnutrición en niños puede dar lugar a una menor estatura, una peor salud física y mental, un rendimiento escolar deficiente, una disminución de la productividad económica en la edad adulta, y una mayor vulnerabilidad a las ENT y otras enfermedades crónicas en todas las etapas de la vida. Estas enfermedades pueden conllevar la muerte prematura y un aumento de la morbilidad y la discapacidad, lo que requiere un mayor gasto en atención médica y representa una carga importante para los sistemas de atención sanitaria y las economías de los países.
- La malnutrición en todas sus formas tiene muchas causas subyacentes interrelacionadas que deben abordarse de manera simultánea. Las causas de la malnutrición se manifiestan de forma distinta y afectan a las personas de diversas maneras dependiendo de su sexo, edad, riqueza u otros factores sociales. Entre las causas cabe citar, por ejemplo, la falta de acceso estable a alimentos adecuados, inocuos, suficientes y nutritivos y a dietas saludables³, la carencia de información acerca de recomendaciones alimentarias, prácticas inadecuadas de cuidado y alimentación de los lactantes y los niños pequeños, deficiencias en el saneamiento y la higiene, el acceso insuficiente a agua apta para el consumo, el acceso insuficiente a servicios de educación y salud de calidad, un nivel socioeconómico bajo, la desigualdad de género, la marginación, el apoyo insuficiente a los productores locales, así como a los pequeños productores y los agricultores familiares, vulnerables y la falta de acceso a los mercados, el comercio, las innovaciones y las tecnologías. Las causas básicas de la nutrición deficiente son sistémicas e interdependientes; abarcan las estructuras económicas y sociales que impiden la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional, perpetúan la pobreza, agravan las desigualdades existentes y no facilitan el acceso a dietas saludables, al limitar o impedir el acceso a recursos y servicios esenciales para el logro de una nutrición y salud adecuadas.