UNA APROXIMACIÓN AL COMPROMISO DEL ESTADO COLOMBIANO A LA LUZ DE LAS DIRECTRICES VOLUNTARIAS SOBRE EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN
La conquista y defensa de los derechos humanos ha sido un proceso histórico muy largo y complejo. En el interregno, muchas han sido las generaciones cuyo trasegar por el mundo se dio (o se da), para su mayor infortunio, sin el conocimiento y goce efectivo de tales derechos.
La ignorancia y/o no disfrute de los derechos humanos por parte de sus titulares no sólo comporta una amplia estela de dolor para quienes los han visto conculcados. Es también un requisito, un mecanismo, a veces deliberado, para la perpetuación de estados de cosas injustos y vergonzantes: sistemas de explotación de todo tipo, regímenes de exclusión social, tiranías políticas y económicas, etc.
Así, en una perfecta relación dialéctica de contrarios, la violación o no garantía de los derechos humanos suele colocar en escena dos tipos de antagonistas: los excluidos de los derechos, en una orilla, y los agresores, en la otra. La pugna entre unos y otros, muy gravosa para los primeros, ha tenido sin embargo algunos desarrollos positivos. Uno lo es sin duda el reconocimiento paulatino, en la historia contemporánea, de la existencia de una serie de derechos que son universales y necesarios para nuestra realización plena como seres humanos.
Dentro de éstos destacan los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), los cuales enfrentan muchas dificultades para su realización pues requieren del inexcusable aunque no siempre asumido compromiso estatal, de intervención para su plena realización, además de las correspondientes transformaciones estructurales que les den vida.