En un momento en el que la tecnología está integrada en todas las facetas de nuestra vida, el Observatorio del Derecho a la Alimentación y a la Nutrición 2018 ha puesto este año el foco en el impacto que tiene esta nueva era en nuestra alimentación, nuestra fuente de vida, identidad y relaciones sociales.

Durante las últimas décadas, bienes públicos como la educación y la salud, piedras angulares de los derechos humanos, han pasado a convertirse en una fuente de beneficio para el sector privado. Los alimentos han sido durante siglos comercializados, pero el fracaso de la reglamentación de mercados los ha reducido a una mera mercancía.

Las comunidades rurales, algunas de las principales víctimas de esta tendencia, han perdido, como consecuencia de esta mercantilización, el acceso a  sus recursos productivos básicos: la tierra, el agua y las semillas. El medioambiente también sufre las devastadoras consecuencias, en una severa y creciente degradación derivada de la agroindustria. Asimismo, ha llevado nuestras dietas a peor, con millones de personas sufriendo las consecuencias de malnutrición, incluyendo diabetes y obesidad. Para ser más exactos, en 2017, la cifra absoluta de personas desnutridas aumentaba a casi los 821 millones, por encima de los 804 millones de 2016, convirtiéndose en el tercer año de escalada consecutiva. Unas cifras que no se veían desde hace, al menos, una década.

En este contexto, tres dinámicas interrelacionadas – la desmaterialización, la digitalización y la financiarización­ – están cambiando profundamente nuestros sistemas alimentarios. Aquellos actores que en su momento apoyaron con vehemencia el, ahora criticado, modelo agroindustrial, también conocido como “Revolución verde”, ahora dicen disponer de una “innovadora solución”, también llamada “Cuarta revolución industrial”. Esta propuesta ofrece una fusión de tecnologías que está difuminando las líneas entre las esferas física, digital y biológica. Los datos sobre la genética de las semillas circulan por el mundo, los sabores artificiales dominan nuestras comidas diarias y la especulación financiera que fluctúa en las invisibles redes digitales modifica el valor de los recursos en todos los continentes. La pregunta es, ¿quién se beneficia de todo esto?

Bajo el título “Cuando la alimentación se hace inmaterial: afrontar la era digital”, el Observatorio de este año explora, con este telón de fondo, el impacto de estas tres dinámicas en nuestros sistemas alimentarios y dietas. El informe analiza la forma en que estos procesos están alterando la concepción del mercado de alimentos y cómo afectan en los hábitos de consumo de alimentos en los centros urbanos y otros lugares. Asimismo, el Observatorio indaga en cómo está cambiando la acción política en pos de la soberanía alimentaria, y se interroga sobre el modo en el que se abordará la realización del derecho humano a una alimentación y nutrición adecuadas.

Por primera vez en 10 años, la publicación se lanzará junto a un suplemento que ofrece una perspectiva visual y sucinta de los conflictos y problemáticas más complejas a los que se enfrenta el derecho a la alimentación, siendo al mismo tiempo una efectiva herramienta educativa.

El próximo 29 de septiembre, con motivo del 12º Foro de los Pueblos Asia-Europa (Gante, Bélgica), se llevará a cabo un pre-lanzamiento en una mesa redonda. El lanzamiento internacional tendrá lugar en la FAO (Roma, Italia) el próximo 16 de octubre, coincidiendo con las negociaciones del Comité Mundial de Seguridad Alimentaria.

Para preguntas relacionadas con los medios, por favor contacta delrey@fian.org

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